Cuidado dental: Errores frecuentes al lavarse los dientes y cómo corregirlos
La salud bucodental depende de un paso primordial: el cepillado dental. Sin embargo, se ve comprometida su efectividad cuando no se ejecuta de forma correcta. Esta mala práctica favorece a la acumulación de placa bacteriana a nivel de dientes y encías, lo que deriva en el desarrollo de enfermedades periodontales.
Errores comunes
- No tomar el tiempo suficiente durante el cepillado: El tiempo que implementamos para el cepillado dental representa uno de los errores más comunes, puesto que un cepillado demasiado breve impide que se elimine de forma eficaz la placa bacteriana, lo que deriva en mayor riesgo de caries, enfermedad periodontal y deficiencias en la higiene de zonas como los espacios interdentales y la lengua.
- La técnica de cepillado, cepillos con cerdas inadecuadas y una presión excesiva al cepillarse los dientes: El cepillado dental depende del movimiento implementado. De igual forma, existe la falsa creencia de que un cepillo con cerdas más duras o la aplicación de fuerza excesiva equivale a una limpieza más eficiente; Sin embargo, la realidad es distinta. Esto a la larga resulta ineficaz y perjudicial a nivel de esmalte y encías, lo que contribuye a la aparición de desgaste en el esmalte y como consecuencia se presenta una mayor sensibilidad dental. También es posible que se produzca una recesión gingival, que implica la exposición de las raíces de los dientes por la pérdida del tejido que lo rodea.
- Uso prolongado del mismo cepillo de dientes: El cepillo de dientes es la herramienta principal para la higiene dental. El utilizar un cepillo de dientes con cerdas desgastadas disminuye su eficacia, debido a que las cerdas con el tiempo pierden firmeza y capacidad de limpieza, dando lugar a un mayor riesgo de caries y enfermedades.
- No limpiar la línea gingival.
- Al igual que la parte visible del diente, es necesario que también cepillemos el borde de las encías. Estás representan zonas donde también se acumulan restos de alimento y bacterias, lo que puede dar lugar a enfermedades periodontales por la acumulación de placa subgingival, provocando inflamación, enrojecimiento y sangrado en las encías.
- No limpiar la lengua: La halitosis o mal aliento es provocada por múltiples factores, sin embargo, una de las causas con las que más se vincula es con una higiene oral insuficiente, lo que deriva en la acumulación de placa bacteriana dando lugar a una sensación de boca pastosa, olor desagradable y una coloración blanquecina en la lengua. Al lavarse los dientes, es igual de importante limpiar estructuras como mejillas y lengua para una limpieza eficaz.
- Enjuague inmediato tras el cepillado: En sus concentraciones, la pasta dental contiene flúor necesario para ejercer un efecto protector sobre el esmalte, lo que provoca una disminución en cuanto a su efectividad contra las caries y la remineralización de las encías.
- No utilizar hilo dental: El cepillado dental por sí solo no es capaz de eliminar la placa bacteriana que se acumula en los dientes. Los espacios interdentales representan el foco principal para la aparición de caries en estas zonas, lo que también podría derivar en enfermedad periodontal, inflamación y sangrado en las encías.
- Cepillarse los dientes tras la ingesta de alimentos ácidos: Cepillarse los dientes inmediatamente después del consumo de bebidas o alimentos ácidos podría causar erosiones a nivel del esmalte dental, que se encuentra temporalmente debilitado por la propia acidez.
¿Cómo corregirlos?
El primer paso para una limpieza efectiva es elegir un cepillo de dientes apropiado que cumpla con las siguientes características:
- Cerdas suaves o medias para evitar los daños en el esmalte y las encías.
- Un cabezal con tamaño adecuado que facilite el acceso a todas las zonas de la boca.
- Un mango ergonómico, que permita mejorar el control del cepillado.
¿Un cepillo manual o eléctrico?
Aunque con una buena técnica de cepillado y siguiendo las recomendaciones de recambio cada 3 meses o antes de que las cerdas sufran desgaste, un cepillo manual cumple muy bien su función.
Lo cierto es que, los cepillos eléctricos proporcionan una mayor efectividad al combinar movimientos oscilatorios o vibratorios, que eliminan mejor la placa bacteriana y representan una herramienta muy útil para casos donde existe alguna dificultad motora.
Una buena elección en cuanto al tipo de pasta de dientes es esencial para fortalecer el esmalte, prevenir caries y enfermedades periodontales.
Entre nuestras recomendaciones están:
- El uso de pasta de dientes con flúor con una concentración de 1.000ppm en niños y unos 1.450 en adultos.
- En caso de sensibilidad en los dientes, las pastas dentales con nitrato de potasio o arginina pueden ayudar a reducir la sensibilidad.
- Por supuesto, evitar pastas dentales con componentes abrasivos, como, por ejemplo, el uso frecuente de algunos dentífricos blanqueadores.
La técnica correcta para el cepillado dental depende de los siguientes pasos:
- Colocar el cepillo en un ángulo de 45º con respecto a la encía.
- Realizar movimientos suaves de forma circular, asegurándose de cubrir todas las superficies del diente.
- Lavar la cara interna de los dientes.
- Cepillar la lengua.
Una recomendación para facilitar el proceso de cepillado dental es dividir la boca en 4 secciones y dedicar 30 segundos en cada una para asegurarnos de brindar una limpieza uniforme.
De ser posible, cepillarse los dientes después de cada comida y en caso de ingerir alimentos ácidos, esperar 30 minutos para hacerlo. Como mínimo, hacerlo durante las mañanas y las noches.
Para el uso del hilo dental:
- Usar el hilo dental por lo menos una vez al día, de preferencia antes de dormir.
- Deslizar entre los dientes el hilo de forma suave, sin hacer demasiado esfuerzo para no dañar las encías.
- Terminar con el uso de algún enjuague bucal con flúor y antiséptico, según sus necesidades.
Realiza revisiones odontológicas periódicas para poder detectar y corregir posibles problemas con tiempo, no sólo cuando se presentan molestias. El asesoramiento personalizado es la clave para desarrollar una buena rutina de higiene oral, atendiendo a las necesidades específicas de cada paciente.